Jerome Bruner


Nació el 1 de octubre de 1915 en Nueva York. Fue el menor de los tres hijos de Herman y Rose Bruner, inmigrantes judíos polacos. Invidente de nacimiento, tras dos operaciones, tuvo una visión limitada que le obligó a usar lentes gruesos por el resto de su vida. Se crió en una familia acomodada. Entró en la Universidad de Duke a los 16 años, en la que se graduó en 1937. Ingresó después en la Universidad de Harvard doctorándose en psicología en 1941.

Alistado en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, perteneció a la División de Psicología de Guerra de los Cuarteles de la Fuerza Aliada en Francia. Tras la guerra volvió a Harvard como profesor e investigador. Fundador del Centro de Estudios Cognitivos de la Universidad de Harvard en 1960, año en el que presentó su obra El proceso de la Educación, que influenció a muchos profesores estadounidenses.

El interés de Bruner por la evolución de las habilidades cognitivas del niño y por la necesidad de estructurar adecuadamente los contenidos educativos le llevó a desarrollar una teoría que, en ciertos aspectos, se parece a las de Piaget y Ausbel . Al igual que Piaget, observó que la maduración y el medio ambiente influían en el desarrollo intelectual, aunque Bruner centró su atención en el ambiente de enseñanza. Al igual que Ausubel, advirtió la importancia de la estructura, si bien se concentró de forma más especial en las responsabilidades del profesor que en las del estudiante.

La evolución del pensamiento de Jerome Bruner respecto de lo que se entiende por conocimiento y aprendizaje es representativa del debate teórico que la Psicología Cognitiva ha experimentado durante la segunda mitad del siglo XX. 
Bruner definiría la representación como “un conjunto de reglas mediante las cuales se puede conservar aquello experimentado en diferentes acontecimientos” (Camargo & Hederich, 2010, p.330). Representar consistiría entonces en guardar en la memoria aspectos de la experiencia, utilizando para ello algún código regido por reglas. En ese momento, Bruner realiza una de sus mayores contribuciones al tema, al proponer la existencia de tres sistemas básicos de representación presentes en la cognición humana:
(a) la representación enactiva, o de esquemas motores

(b) la representación icónica, mediante imágenes de objetos o eventos

(c) la representación simbólica, usando sistemas formales como el lenguaje.

Estas representaciones son concebidas por Bruner como herramientas que pueden ser manipuladas con propósitos definidos, como la solución a un problema o la toma de una decisión. Se trata, eso sí, de herramientas mentales que permiten la realización de acciones u operaciones mentales. La nueva perspectiva bruniana propone a un aprendiz inmerso en un mundo socialcultural y es por la vía de interacción con el otro, en especial la interacción comunicativa con el otro, que es posible construir un mundo con sentido, es decir, aprender (Bruner, 1986). Por tanto, la propuesta elaborada por Bruner, expone que el aprendizaje no debe limitarse a una memorización mecánica de información o de procedimientos, sino que debe conducir al educando al desarrollo de su capacidad para resolver problemas y pensar sobre la situación a la que se le enfrenta.


El desarrollo del pensamiento humano se fundamenta en la percepción, la cual se construye en las estructuras mentales. Hay tres niveles de representaciones mentales que son independientes:

·         Representación activa (basada en la acción)

·         Representación icónica (basada en imágenes)

·         Representación simbólica (basada en el lenguaje


 Representación Enactiva (0 – 1 años)
 

Este modo de representación es el que aparece primero. Implica codificar información basada en acciones y almacenarla en nuestra memoria.

Por ejemplo, en forma de movimiento como memoria muscular, un bebé podría recordar la acción de sacudir un cascabel.

El niño representa eventos pasados ​​a través de respuestas motoras, es decir, un bebé «sacudirá un cascabel» que acaba de ser quitado o caído, como si se esperara que los propios movimientos produjeran el sonido acostumbrado. Y esto no solo se limita a los niños.

Representación Icónica (1 – 6 años)

En este modo de representación la información se almacena visualmente en forma de imágenes o sea es una representación mental.  Para algunas persones esto es un proceso consciente; mientras que otros afirman que no lo experimentan.

 

Esto podría explicar por qué, cuando estamos aprendiendo un nuevo tema, a menudo es útil utilizar diagramas o ilustraciones para que la información verbal sea más comprensible.

Representación Simbólica (7 años en adelante)

Es la última etapa de la representación en ser desarrollada.  En este punto es donde la información se almacena en forma de un código o símbolo, como el idioma.

 

Esta es la forma de representación más adaptable, ya que las acciones y las imágenes tienen una relación fija con aquello que representan.

Cuando el alumno se encuentra en una situación desconocida, una de las formas de representación entra en conflicto con las otras, buscando solución al problema las estructuras mentales se potencian a un nivel más elevado del que se dio el conflicto inicialmente. El docente es un facilitador para llevar al alumno a un conocimiento potencial más elevado, mediante el ofrecimiento de tareas prácticas en las que se aplique la información que después será recordada y mediante la selección de los contenidos conectados e integrados en la estructura de conocimiento alcanzad.






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